RITUAL DE LA PACHAMAMA
Es,
probablemente, la más popular de las creencias mitológicas del ámbito
incaico que aun sobreviven con fuerza en algunas regiones del Noroeste
Argentino (NOA) y muy especialmente en Jujuy. La difusión del mito usa
como vehículo las lenguas quichua y aimara. Cuando llegaron los españoles,
la Pachamama ya era una leyenda en el folklore incaico, lo cual indica que
su origen hay que buscarlo en las comunidades agrícolas del occidente
sudamericano.
El
primero de agosto es el día de la PACHAMAMA. Ese día se entierra en un
lugar cerca de la casa una olla de barro con comida cocida. También se
pone coca, YICTA, alcohol, vino, cigarros y chicha para carar (alimentar)
a la Pachamama. Ese mismo día hay que ponerse unos cordones de hilo
blanco y negro, confeccionados con lana de llama hilando hacia la
izquierda. Estos cordones se atan en los tobillos, las muñecas y el
cuello, para evitar el castigo de la Pachamama.
Hoy
se da este nombre a la tierra
en un concepto deificado. Es la Madre Tierra, como la representación del
dios del bien, ella que nos demuestra generosidad en todo sentido,
haciendo mudar los frutos u ofreciéndonos los minerales y riquezas
guardadas en su seno.
A
esta deidad periódicamente se le rinde pleitesía mediante el acto ritual
denominado Challa, en afán de reparar con este rito
la acción humana de hollar en su seno, al mismo tiempo se agradece
los bienes que nos ofrece para nuestro sustento o las riquezas que
guardaba en su seno, pidiendo que no deje de favorecernos.
La
Pachamama es por lo tanto la diosa femenina de la tierra y la fertilidad;
una divinidad agrícola benigna concebida como la madre que nutre, protege
y sustenta a los seres humanos. La Pacha Mama vendría a ser la diosa de
la agricultura comunal, fundamento de toda civilización y el Estado
Andino.
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