JARDINES ZEN

Jardines Zen (Karesansui)


El Karesansui (palabra japonesa que significa “sin agua”) o Jardín Zen es un estilo de jardín japonés seco, también conocido como “jardín de grava” o “jardín seco”, que consiste en un campo de arena poco profunda y que contiene arena, grava, rocas y ocasionalmente hierba, musgo y otros elementos naturales; son utilizados como forma de meditación por los monjes Zen japoneses, y en donde todo se encontraba en su justo lugar para generar armonía y equilibrio.
Son jardines-escena, y por tanto de dimensiones limitadas (10x30 metros aproximadamente). La arena rastrillada representa el mar, en torno a las rocas se rastrilla en anillos, como si estas formaran ondulaciones en el agua. En el resto del jardín, se rastrilla en paralelo a la plataforma.
Si bien esta tradición se remonta a tiempos inmemorables, se ha mantenido en el tiempo, se dice que los primeros Jardines Zen o Karesansui, fueron creados hace más de 650 años. El jardín zen es sobrio y abstracto. Con unos medios mínimos se intenta conseguir un efecto máximo. Se trata sobre todo del arte de suprimir cosas. Justo por esta limitación se potencia el efecto y se apela a la imaginación.
El concepto del diseño del Karesansui se ha ido adaptando a la creación de un entorno más natural.
El término "Jardín Zen" aparece por primera vez en un libro llamado "One Hundred Kyoto Gardens" publicado en 1935, escrito por Loraine Kuck en inglés. El primer uso en el idioma japonés de este término no fue sino hasta 1958. Deduciéndose que algunos estudiosos japoneses de la postguerra se limitaron a adoptar una innovación occidental, aceptando el concepto de "Jardín Zen" porque ya se había difundido entre los extranjeros.
Este estilo de jardinería intenta reproducir la naturaleza en su forma más abstracta, para lograrlo se utilizan rocas y grava. Son simples estructuras con líneas dibujadas en la arena y con grandes piedras para la meditación y relajación. De esta forma y con estos elementos se intenta representar las montañas, islas, océanos y ríos de Japón.
Una de las primeras cosas que llaman la atención de ojos occidentales al ver un jardín Zen es el “vacío” de porciones en el jardín, elemento clave en el diseño de Jardines Zen.
En la actualidad estos grandes jardines han sido miniaturizados en pequeños adornos muy atractivos, los cuales deben conservar los principios básicos de la simpleza en complemento del vacío. Es importante que estos pequeños Jardines Zen no se excedan con adornos ya que podrían destruir su esencia. El propósito de un Jardín Zen es adquirir armonía y relajación de los pensamientos en este mundo actual donde cada día que pasa son pocos los que conservan la verdadera naturaleza.


Contemplar un Jardín Zen es como sumergirse en un sueño, un fluir constante de sensaciones, colores y texturas.
Las filosofías orientales ven la naturaleza bajo una luz totalmente diferente a los occidentales. En lugar de imponer un ideal de belleza hecho por el hombre en el paisaje, la naturaleza fue sintetizada en miniatura en el jardín, representando la comunión del hombre y el universo. Esta filosofía de jardinería llegó a su cúspide en el antiguo Japón. Los japoneses destilaron una forma de jardinería que reflejó (y definió) su propia cultura. Lo que simplemente había sido un lugar para disfrutar un día soleado se vino a convertir no sólo en un lugar de profunda reflexión, sino también en el trono del refinamiento cultural por miles de años.
Hay una cierta calma que se siente cuando uno contempla un jardín japonés bien distribuido. Las rocas pueden representar montañas completas, los estanques se convierten en lagunas. Un montón de grava o arena rastrillada se puede convertir en un océano entero.
El diseño del Jardín Zen es un medio de representar el universo, inspirando vitalidad y serenidad, apuntando a la imitación de la naturaleza, al despojamiento y a la armonía. La contemplación de estos jardines nos sumerge en las ondulantes arenas que reproducen el movimiento del agua al arrojar una roca, en un permanente fluir de colores y texturas.
Es característico de estos jardines, la inclusión de arenas blancas, rastrilladas formando ondas. La distribución de guijarros en torno a rocas y árboles, para señalar los elementos bellos. La asimetría característica de estos jardines se identifica con la naturaleza. La distribución de los bloques de piedra sigue principios regidos por el simbolismo, donde la arena rastrillada representa al océano y al agua como fuente de vida y la ausencia de pensamiento. También se puede incluir un arroyuelo, que tendrá agua o será seco.
El principio del Jardín Zen se desarrolla principalmente durante el periodo Muromachi (1336-1573), en el que aparecen los dos ideales estéticos básicos de este jardín:
Yugen: la simplicidad elegante.
Yohaku no bi: la belleza del vacío (así como en música se valoran los silencios). Tiene relación con el Taoísmo, según el cual el vacío es la parte útil de las cosas (un vaso no es el cristal, sino el vacío de su interior).
En el período Azuchi-Momoyama (1574-1599) se introducen algunas variaciones:
Talla de rocas: Ahora se permite introducir piedras talladas en los jardines secos (antes sólo piedras naturales).
O-karikomi: práctica que consiste en recortar árboles y plantas dándole formas. Se recortan en setos temas como El barco del tesoro o La isla Horai.
En el siglo XX, arquitectos como Shigemori Mirei siguen realizando jardines Karesansui en templos Zen:
Zuiho-In (1938)
Tofuku-Ji

Karesansui del Templo Ryōan: El Karesansui más famoso se encuentra en el templo de Ryōan-ji, que se encuentra situado al noroeste de Kioto. El jardín de roca se añadió al templo a finales del siglo XV, con el fin de proveer de un lugar a los monjes para su meditación. Se dice que dicho jardín tiene un efecto tranquilizador.

Una explicación realizada recientemente por investigadores dice, que las rocas de Ryōan-ji, forman un mensaje subliminal de un árbol. Esta imagen no puede ser percibida conscientemente cuando se las mira; sin embargo, los investigadores opinan que el subconsciente es capaz de percibir la sutil asociación en las piedras y creen que es el responsable del efecto tranquilizador de este tipo de jardines.
Hay muchas interpretaciones para explicar la distribución de un Karesansui. Algunas de estas interpretaciones son:
· La grava representa el océano y las rocas representan las islas de Japón.
· Las rocas representan a la tigresa con sus cachorros, nadando hacia un dragón.
· Las rocas forman parte del kanji, cuyo significado es "corazón", "espíritu" o "mente".

Este estilo de jardín se desarrolló en los templos del Rinzai Zen, siendo algunos de los diseñadores históricamente más relevantes, como Muso Soseki y Soami, monjes o practicantes del Zen. El estilo de los Jardines Zen tradicionales se desarrolló durante un período de la historia japonesa en el que las prácticas culturales asociadas con el Budismo Zen (como la caligrafía y la pintura de paisajes) tenían una influencia creciente sobre el arte japonés en su conjunto. Esta amplia influencia sobre la cultura japonesa hace que la estética del "Karesansui" o "jardín seco", no sea en modo alguna exclusiva de los jardines adyacentes a los templos Zen, aunque este estilo de jardinería haya tenido su origen en dichos templos, y le ha permitido llegar a encontrarse en casas, negocios, posadas y restaurantes. De igual manera, en torno a los templos Zen se encuentran jardines de distintos estilos, sin que los jardines secos sean más que uno de esos estilos.
La orientación del jardín para el relax debe encarar el Este, la arena que representa la paz del mar es la que debe estar mirando hacía la salida del sol.
La creación de un Jardín Zen en la vivienda está orientada a la contemplación desde el interior de la misma, la cual se integra fácilmente con este espacio mediante el desplazamiento de los paneles que conforman las paredes. Una característica de estos jardines es la asimetría que imita a la naturaleza e invita a la participación humana. Una vez creado se debe dejar en paz, ya que no requiere mantenimiento y tan sólo dedicarnos a disfrutar de su presencia indefinidamente.
Según la filosofía del budismo zen, el hombre debe aspirar a vivir en armonía consigo mismo, buscando la expansión de la conciencia humana hacia un entendimiento del universo. Esto se logra por medio de la meditación. La meditación es el camino para captar la realidad sin la mediación del pensamiento, el cual junto con el lenguaje altera el entorno. Un Jardín Zen sirve de maravilla para tranquilizarse sin distracción y en armonía con el entorno, ya que está concebido para mostrarnos la realidad desde la intuición, para fomentar la meditación, la creación e incluso el juego. La arena dibujada acompaña el relax, a la vez que construye un espacio en perpetuo cambio, al cual podemos añadir o retirar elementos de acuerdo a nuestras necesidades expresivas.
Actualmente los Jardines Zen representan la misma filosofía para los japoneses, mientras que en el occidente se considera una buena alternativa contra el estrés de la vida moderna.

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